La Depresión
Cuando te preguntan "¿Qué tal estás?" se suele responder "bien", simplemente por no querer dar explicaciones, por no agobiar a los demás con tus problemas o porque es lo que la gente espera que respondas.
La depresión se va acumulando poco a poco en tu interior. Un día despiertas encontrándote mal y comienzas a meter piedras en la mochila que llevas a la espalda. Y cada día pesan más y más hasta que sientes que no eres capaz de seguir arrastrándola.
Tengo que dejar claro desde un principio que, para aquellas personas que afortunadamente no hayan pasado por esta situación o que es su primera vez y no entienden qué les está pasando, a veces las depresiones no empiezan por un motivo sólido, como puede ser un duelo o un fracaso. A veces simplemente no sabes de dónde viene tu dolor, tristeza y angustia. Y es que hay que empezar a tratar la depresión como una enfermedad ya que no solamente es un estado de ánimo.
¿Qué es lo que se siente con la depresión?
Desde mi experiencia, he pasado por varias depresiones, pero recuerdo dos como las más fuertes.
Una en cuarto de la ESO y otra a partir de la pandemia. Ambas, en mi caso, se desencadenaron por motivos claros.
Sinceramente, es una mezcla de sentimientos que no se la deseo ni a mi peor enemigo. Miedo, pensamientos intrusivos, ansiedad, angustia que no se va, llantos, abandono de uno mismo, aislamiento, apatía, baja autoestima, ataques de pánico y de ansiedad, ganas de morir... y sí, lo digo así de claro porque considero necesario que la gente se conciencie.
Todo esto es lo que se siente cuando entras en una depresión, dependiendo del grado en el que estés.
Voy a hablar sobre estas dos depresiones que me llevaron a tocar fondo y a enseñaros a los que os encontréis en esta situación, que, como bien dice mi madre, "cuando se toca fondo, la única salida es ir hacia arriba".
La depresión se asemeja a un hoyo muy profundo en la tierra. puedes estar al principio, a la mitad, o ya sentado en el fondo con la cabeza gacha. Lo importante cuando estamos ya sentados abajo del todo, es mirar hacia arriba, hacia la salida.
Nos va a costar escalar todas las piedras, y en ocasiones resbalaremos y volveremos a caer. La cuestión es la actitud y el coraje que le echemos.
Esta última depresión, cuando comenzó la pandemia, yo sentía que estaba viviendo una película de ciencia ficción.
Comencé a entrar poco a poco en el hoyo. En mi casa, (y supongo que en las demás también), sólo se escuchaban muertes, muertes y más muertes y en el telediario solamente hablaban de ese tema. Cosa que me fue minando, ya que era mañana, tarde y noche lo mismo.
Finalmente llegué a sentarme en el fondo del hoyo, con la cabeza gacha.
No salía de la cama, no hacía más que comer, dormía horas y horas y muchas veces tenía que dormir en el salón ya que mi habitación me quedaba pequeña y me ahogaba entre sus cuatro paredes.
También he de decir que mi familia no es muy positiva que digamos, y entre eso y las noticias, caí.
Recuerdo la sensación de acostarme en la cama y sentir cómo mi cuerpo pesaba tanto sobre el colchón que parecía que estaba vegetal, por así decirlo.
Sentía el colchón más hundido que nunca, como si supiera qué era lo que me estaba pasando, y eso es algo que nunca olvidaré.
Todos los días lloraba, no quería hacer nada, ni siquiera ducharme, ni salir a a calle cuando ya se podía.
Llegó un punto en el que mi madre y mi abuela ya no podían más. No sabían cómo ayudarme y utilizaban sus mecanismos de defensa para no caer ellas también.
Una no quería saber nada de lo que me pasaba, y la otra a veces estallaba en gritos o en lágrimas.
Aquí fue cuando llegó la culpabilidad.
Me culpé por estar haciendo daño a mi familia, me sentía culpable de no poder recuperarme y darles tranquilidad. Y vinieron a mi mente los pensamientos de suicidio.
Estuve prácticamente dos años pensando que todos estarían mejor sin mí, ya que siempre fui una niña con muchos problemas de este tipo y desde que nací llevo dando mucha "guerra".
No me quedó por pensar ninguna forma de quitarme la vida. Pensé en cortarme las venas, tirarme por la ventana, meter el secador enchufado en la ducha, electrocutarme, ahorcarme.
Y se que es duro leer o escuchar esto, pero es la verdad y hay que visibilizarla como sea.
En cuarto de la ESO también quise suicidarme un montón de veces, por otros motivos que prefiero dejar en el pasado. Porque quiero recalcar que pensar en el pasado genera angustia y pensar en el futuro, ansiedad. Una de las frases que se me ha quedado grabada.
Cuando me di cuenta de que no tenía el valor de quitarme la vida, comencé con las auto lesiones. Me cortaba donde menos se veía. Sobre todo la zona de los muslos y la barriga ya que odiaba esas partes de mi cuerpo.
Era una forma de castigarme por no tener el valor suficiente de dejar de comer. También era una forma de llamarme cobarde por no ser capaz de suicidarme, por estar molestando mi familia. Y mientras me hacia daño a mí misma, encontraba cierto alivio viendo la sangre correr.
No había sido la primera vez que me hacía daño.
En esos momentos, es cuando soy consciente de que tengo que pedir ayuda.
Llevo desde los ocho años medicada por depresión y ansiedad, pero con la pandemia, mi medicación ha aumentado muchísimo. Y eso también tiene consecuencias, como la falta de memoria y el temblor inconsciente de las manos.
Dicho todo esto, es cierto que la medicación ayuda. Si no hubiese acudido a mi psiquiatra, no hubiese sido capaz de ver la salida y trepar las piedras hasta la mitad del hoyo. Pero no todo son las pastillas y esto quiero dejarlo muy claro. La medicación te ayuda a ser capaz de levantarte y eso es un 50%. El otro 50% lo tienes que poner tú con tu actitud.
En mi caso, la vuelta a clase presencial me salvó la vida, ya que anteriormente no tenía ninguna motivación ni ninguna ilusión.
Para haceros una idea di ese año de carrera por perdido, pero al final puse todo mi esfuerzo en sacar dos asignaturas para que no me echaran de la universidad. Y sí, puse todo el esfuerzo que tenía en ese momento, y me siento orgullosa de haber sacado mis dos asignaturas dentro de lo mal que estaba.
El 50% restante para poder subir hasta la salida del pozo, lo puse yo. Empecé a escuchar afirmaciones positivas, me ponía audios para dormir tranquila, empecé a hacer un poquito de deporte y a mirar la vida de otra manera.
Y a día de hoy, le doy las gracias a esta guerra biológica por haberme hecho madurar tanto, en el sentido de que ya no soy "la Malena" de antes.
Aprendí a gestionar mejor mis emociones, a no esperar a que los demás hagan lo que yo haría, a aceptarme y valorarme más, a mirar a las personas con otros ojos y sobre todo a volverme más fuerte.
El proceso fue lento y horrible pero de estas cosas se aprende, y, aunque me queda mucho que mejorar, cambiar y aceptar, estoy contenta con el resultado que he obtenido hasta ahora.
Mi consejo para la depresión es pedir ayuda sin ningún prejuicio e intentar ser lo más positivo/a que puedas, aunque te sientas a morir. Buscar ilusiones y motivación es lo que te va a salvar.
También otro consejo que me dio una psicóloga era hacer un esfuerzo por hacer las cosas básicas. Llevar una rutina. En mi caso era levantarme, desayunar, ducharme, vestirme aunque estuviera en casa e intentar salir todos los días a la calle aunque fuese al banco de enfrente diez minutos.
Y por favor, que nunca se os pase por la cabeza lo de quitaros la vida. Todos tenemos nuestro lugar en este mundo y no somos un estorbo. Estamos hechos para caernos y avanzar, para aprender. Además, antes de que se os pase por la cabeza, pensad en vuestro entorno.
Si tú no estás destrozarías todo lo que tienes a tu alrededor. De esto hablaré posteriormente en otra entrada, para dar visibilidad al suicido entre los jóvenes como principal causa de muerte.
Ante todo recordad que todos tenemos la fuerza de salir de cualquier bache. Os voy a dejar por aquí un poema que escribí cuando me vi con más fuerzas de seguir hacia delante. Espero que os guste y, recordad que somos como el ave Fénix que resurge él mismo de sus propias cenizas. ¡Ánimo lectores!
FÉNIX
"Gritos de silencio ahogados entre cuatro paredes.
Cantos desnudos al unísono de las manos temblorosas,
Oxígeno desgastado y acobardado bajo falda,
Pliegues rugosos que se amontonan en la conciencia
Y cuchillos a nuestras espaldas que pinchan
Pero no matan,
Retuercen cada una de nuestras vértebras
Hasta convertirlas en cenizas de las que fénix resurge.
Espinas suntuosas son las que renacen del clavel,
Como flores de loto bañadas en su propia sangre,
Diabéticas de alegría y en llamas fogosas,
Que llevan su propio nombre.
Fénix, con x de incertidumbre como una ecuación cualquiera;
Ecuaciones destinadas al olvido de los pájaros."
Malena García
Hola Malena..no te conozco...pero si a tu madre...leyendo tu relato no me puedo imaginar por loq has pasado ..y siento que lo hayas tenido que pasar desde tan temprana edad...me falta el aire pensar que no hija que ahora tiene 11 años tuviese que pasar por algo así...y entonces es cuando me pongo en el lugar de tu madre...tiene que ser durísimo ver a tu niña a loq más quieres en este mundo sufrir y no saber cómo ayudarla...😪pero intuyo por tu palabras que eres una mujer fuerte y se que además eres preciosa y como te parecerás a tu madre ,serás una mujer fuerte y valiente que poco a poco se hará un lugar en este mundo..y lo tendrás a tus pies 💪mucho ánimo y mucha fuerza para seguir adelante y cumplir tus objetivos ❤.Sonia
ResponderEliminar"Erase una vez un nuevo comienzo. Erase una vez una princesa muy valiente."
ResponderEliminarUn beso enorme. 😘
Atrévete a ser valiente hoy y confía en que cuando extiendas tus alas, volarás.
ResponderEliminarTremendo relato,me ha encantado eres una Guerrera, Valiente y te admiro porque no todo el mundo se atreve a contarlo y de una manera tan sencilla y real, esto ayudará a muchas personas a luchar contra esta enfermedad y les trasmites un mensaje, que se puede salir de ella, me encantaría que siguieras escribiendo, porque como ya he dicho puedes ayudar a mucha gente, un fuerte abrazo y gracias me has hecho bien!!¡¡
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