MIS TCA Y YO

Estoy encadenada a mis pensamientos de nuevo. Pensamientos intrusivos atacan mi mente después de comer.

 Me levanto por la mañana y me miro en ropa interior en el espejo, y sigo esta conducta comida tras comida. Ya estaba un poco mejor, pero he tenido que parar de estudiar para escribir esto y desahogarme.

Soy la primera que nunca juzga el físico de los demás, pero, sin embargo, el mío lo juzgo demasiado, hasta tal punto que soy mi peor enemiga.

A los ocho años me diagnosticaron anorexia nerviosa por una fobia al vómito y durante la depresión de la pandemia tenía trastornos por atracones y después utilizaba laxantes para eliminar lo que había ingerido ya que me daba miedo vomitar aún. 

Tras la pandemia, hace relativamente poco, intenté purgarme tras los atracones, pero no era capaz de vomitar por mí misma. Así que salía de fiesta y recurría al alcohol para poder hacerlo.

 Salía sin cenar y tenía controlada la ingesta de alcohol que me haría vomitar pero que no me haría ir al hospital. Así que comencé a purgarme cada fin de semana, hasta que llegó un punto en que me di cuenta de que lo que estaba haciendo me podía perjudicar en otros aspectos de la salud.

Hace unas semanas he empezado de nuevo con los remordimientos, la culpabilidad y el pensamiento de la purga tras comer. Mis atracones ya no son lo que eran, pero cada vez que como pan o algo de dulce, después me doy asco. 

Siento asco hacia mí misma cuando como algo que no debo y lo peor es que no puedo controlarlo.

 Intenté ser benévola conmigo misma y me decía: "Bueno Malena, no pasa nada, hoy comiste chocolate, mañana lo intentamos otra vez", y así todo el tiempo. Pero hoy me he puesto a buscar mis laxantes como un impulso por toda la casa.

No paro de compararme con otras chicas que tienen el vientre plano y las piernas largas y delgadas. 

En mis zapatos siempre llevo alzas, para parecer más alta y estilizada.

Estoy bebiendo agua para eliminar la retención de líquidos y me echo mis cremas todos los días, excepto en los que me digo a mí misma que no merece la pena gastar dinero en esos tratamientos para después comer. 

Me da miedo que vean mi cuerpo. Me da miedo vérmelo yo cuando entro en la ducha. Por eso muchas veces subo fotos que quizás pensáis que es porque me veo guapa y quiero presumir, pero la verdad es que las subo para superar mi miedo mostrándome como soy, y cuando miro las fotos, me siento mejor. No me veo tan gorda. 

Lo peor de todo es que hasta que no se vayan estos pensamientos no puedo hacer deporte. Porque no lo hago por placer, por relajarme ni por estar más segura de mí misma. Lo hago para bajar calorías. Y me obsesiono y me mato a hacer deporte, porque soy extremista en ese sentido.

Tengo la sensación de que necesito ser perfecta y me da miedo que llegue el verano.

No hago más que compararme, con chicas de mi alrededor y también de Instagram.

Creo que he escrito esto sin pararme a pensar demasiado en las palabras, como un pequeño desahogo.

Quien va a salvarme a mí de mi cabeza...