MIEDOS E INSEGURIDADES
Podría dar una definición del "miedo" sin teclear la palabra en la RAE. AQUELLO QUE NOS ATA DE PIES Y MANOS, y nos hace pensar que no podemos hacerlo.
Como mis grandes mentoras siempre me han dicho, el miedo es un sentimiento, no es algo real. No es tangible. NO PUEDE HACERTE DAÑO, NO PUEDE ATACARTE.
El miedo es esa sensación que tienes cuando estás tranquilamente durmiendo y de repente sacas una mano o una pierna fuera de la cama y piensas "alguien me la va a coger".
Creo que esta experiencia la hemos vivido todos alguna vez en nuestra vida (sobre todo en verano), y nos tapamos con las sábanas para sentirnos protegidos.
Para mí, hay dos tipos de miedos: A los que les puedes decir "adiós, hasta nunca" y los que siempre van a estar ahí contigo y tienes que aprender a aceptarlos y convivir con ellos.
A mí desde pequeña me dan fobia las arañas. Es el típico miedo del 85‰ de la humanidad. Pero antes era obsesivo.
Cuando entraba en alguna casa siempre miraba las esquinas de los techos y me daban miedo los techos altos porque decía que "era más difícil matar a las arañas". Supongo que esto en realidad es un trauma que tengo de niña.
Mis padres, cuando estaban luchando por mi custodia, tenían que dejarme en un punto de encuentro. Mi madre me dejaba por una puerta y mi padre me recogía por otra.
Para poneros en situación, entre ellos había una orden de alejamiento y por ello tenía que ir a ese centro, donde las asistentas sociales se encargaban de recogerme y entregarme.
Me sentía como una maleta. Pero bueno, ese es otro tema que trataré en posteriores publicaciones.
El caso es que el centro tenía los techos muy altos, y siempre que miraba hacia arriba, había arañas. Y supongo que eso se quedó grabado en mi mente. En casa, cada vez que veía una, me quedaba paralizada, gritaba e incluso me llegaba a quitar toda la ropa porque me picaba todo.
Este año me mudé a un piso compartido. La primera vez que salía de casa. Nunca había matado una araña hasta este año.
Me encontré un par de veces con alguna, y ahora, cojo un spray y se lo echo hasta que acabo con ella.
Eso sí, con el dedo JAMÁS las voy a poder matar.
Este es uno de los miedos que conviven conmigo desde siempre pero ahora con muchísima menor intensidad.
Y, bueno, antes de centrarnos en el tema, os voy a contar otra anécdota. Siempre he tenido mucho miedo a hablar en público.
Cuando en el cole me mandaban hacer alguna exposición o simplemente responder a una pregunta en clase, me ponía muy nerviosa. Me sudaban y temblaban las manos, me temblaba la voz y muchas veces me quedaba bloqueada siendo consciente de que toda la clase, al no oír nada, se centraban en mí, como diciendo "¿y a esta qué le pasa?".
Hoy día, estoy en tercero de Derecho. Participo muchísimo en las clases, sobre todo en las de Derecho Penal (mi rama favorita) y en Derecho Constitucional. En mi primer examen oral saqué muy buena nota, y ahora, las exposiciones no me dan pánico. Es cierto que me pongo siempre un pelín nerviosa, pero ya no me quedo en blanco, ni me tiembla la voz. Este miedo se que algún día acabará siendo de los que les podré decir "adiós, hasta nunca".
El consejo que os voy a dar y que a mí me ha servido de mucho para enfrentarme a los miedos y me sigue sirviendo, es el siguiente: Hazlo, y si tienes miedo, hazlo con miedo. Como máximo vas a sufrir diez minutos, pero la satisfacción de haberlo superado te quedará para toda la vida.
Los miedos están muy relacionados con las inseguridades. Realmente si te paras a pensarlo, una inseguridad es un miedo.
Hay personas que sienten inseguridad por su físico y otras, por su personalidad. La mayoría de gente que conozco tiene ambas inseguridades (me incluyo), salvo esas personas que han conseguido ser seguras de sí mismas, a las que admiro un montón.
Vamos a comenzar por las inseguridades físicas.
En cuanto a las inseguridades físicas, he de confesar que, desde la pandemia, tengo miedo de que llegue el verano y que lleguen esos días de sol y playa.
Me aterroriza ponerme en bikini, que vean mis imperfecciones. Me aterrorizan los primeros momentos íntimos con los chicos y me siento más cómoda con una luz tenue.
Somos muy críticos con nosotros mismos y deseamos ser perfectos y, la perfección, NO EXISTE.
Yo siempre he tenido un cuerpo tipo "pera". Más delgada de pelvis para arriba y más ancha de pelvis para abajo. Siempre he tenido complejo de piernas, porque por mucho que adelgace, mis piernas siempre van a ser fuertes, y encima, soy bajita. Por lo tanto, si engordo se me nota más.
Desde los nueve años hasta los doce, que desarrollé, era una niña gordita. Después me cambió el cuerpo y el metabolismo. pasé de ser gordita a ser bastante delgada.
A los veinte años mi cuerpo ha vuelto a cambiar. Como es evidente, a los quince aún tienes un cuerpo de niña. Ahora, mis caderas son más anchas, mis pechos más abundantes y también mis curvas.
Voy a hablar sobre esto sin ningún tapujo y siempre con la verdad por delante.
Tengo miedo de que me juzguen por mi cuerpo, y siempre que voy a la playa, cuando me voy a levantar, me suelo poner un pareo. Porque sí, tengo celulitis en las piernas y en los glúteos y desde la pandemia tengo las famosas "cartucheras"y no tengo el vientre del todo plano, como lo tienen todas las influencers que podéis ver en Instagram.
Posiblemente me vea yo peor de lo que los demás me ven, eso siempre suele pasar. Los demás no te ven como te ves a ti mismo/a.
Os voy a decir una frase que me dijo una de mis amigas de siempre este verano: "Malena, todo es la actitud. Si tú vas caminando por la playa aceptando tu cuerpo y con la cabeza bien alta y sin taparte, probablemente se te van a quedar mirando pensando "esta es una tía empoderada". Sin embargo si vas caminando por la playa y no vas pisando fuerte, probablemente la gente vea en ti lo que tú ves en tí misma". Desde aquí le agradezco infinitamente que me transmitiera su reflexión.
Deberíamos empezar a pensar en nosotros como humanos, no como dioses griegos. NO TODOS LOS CHICOS ESTÁN MUSCULADOS, NO TODOS LOS CHICOS ESTÁN DELGADOS, NO TODOS TIENEN QUE SER PERFECTOS. NO TODAS LAS CHICAS SOMOS MODELOS, NO TODAS LAS CHICAS TENEMOS LOS GLÚTEOS BIEN SUBIDOS Y EL VIENTRE PLANO. NO SOMOS INSTAGRAM, NO SOMOS PERFECTOS.
Afortunadamente, las personas no tenemos los mismos gustos. No tengas miedo de no gustarle a los demás, con que te sientas a gusto contigo mismo/a, es suficiente. Recuerda que todo está en la actitud.
Yo soy fiel creyente del destino, y como muchas veces me ha dicho mi abuela "te pongas pata arriba, pata abajo, el que va a ser tuyo, va a ser tuyo".
Siempre habrá alguien para el que seas ideal y que te quiera por cómo eres por dentro. Pero recuerda que antes de querer o de que te quieran, tienes que aprender a quererte a ti mism@.
En cuanto a las inseguridades interiores, he de decir que yo he sufrido mucho por esto. Siempre he pensado que soy un bicho raro y que no solía encajar en ningún grupo, ni con ninguna pareja. Me sentía incomprendida. A día de hoy también.
Aquellos que no conozcan mi historia, me juzgarán como "extraña", "borde", "chula", "arrogante". Muchas de mis amigas antes de conocerme me han confesado que daba una imagen totalmente diferente de lo que soy en realidad.
Siempre por algún motivo, las personas tendemos a ponernos una coraza para evitar que nos hagan daño.
Yo por dentro me siento un caos enorme. Indecisa, nerviosa, hipocondríaca, delicada.
Algo que no me gustaba nada de mí es que suelto lo primero que se me pasa por la cabeza, sin filtros. Cada día me voy aceptando y conociendo más y, no soy tan rara como pensaba, solamente soy una persona ansiosa-depresiva, a la que, algunas personas que no saben lo que es, no la entienden.
Y es lógico. Muchos de mis amigos no me entienden cuando hago ciertas cosas PORQUE ELLOS NO HAN PASADO POR ESO y tampoco hay que echarles ninguna culpa. Si es gente que de verdad te quiere, te va a aceptar tal y como eres.
Y en cuanto a las parejas, como hace poco le expliqué a una persona, mi corazón es como un globo que ahora mismo esta protegido por un cristal, y me da miedo que el cristal se rompa porque la aguja para explotar el globo podría ser toda suya. Porque soy una persona que lo entrega todo y, es cierto que eso crea inseguridad pero, ¿no se supone que lo bonito de esta vida es sentir?.
Aquí quiero volver a repetir la famosa frase de mi abuela: "te pongas pata arriba, pata abajo, el que va a ser tuyo, va a ser tuyo".
Seas como seas siempre habrá alguien ahí fuera que te comprenda, pero recuerda que lo más importante es quererse a uno mismo, y quererse bien.
Uno de los tips que más me ha servido para llegar a aceptarme poco a poco a mí misma, ha sido fingir. Tal como lo oís. Fingir que eres una persona segura de tí misma y que puedes con todo. Probadlo. en muchas ocasiones ayuda.
Muchas gracias una vez más, lectores. He tratado temas muy generales pero si alguno de vosotros quiere que trate alguno más en profundidad, solo me lo tiene que decir, y yo encantadísima de poder aportar mi granito de arena. ¡Buenas noches!
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